domingo, 31 de octubre de 2010

Exit Through the Gift Shop (Banksy, 2010)


Tráiler

ENVUÉLVEMELO PARA REGALO

Diez años atrás, con la llegada de Internet y de las primeras redes sociales, el graffiti que siempre se había caracterizado por ser un arte perecedero y, normalmente, de breve exposición, dio lugar a un nuevo movimiento cultural que, bajo el nombre de arte urbano, englobaba a diferentes artistas que en lugar de hacer sus obras simplemente con sprays, se ayudaban de pegatinas, plantillas y pósters para sus composiciones. La red se llenó rápidamente de personas que se encargaban de fotografiar y recopilar estos nuevos graffitis, cuando no eran sus propios autores los que compartían las imágenes, siendo ésta una manera de hacer que estas creaciones artísticas perdurasen en el tiempo, además de servir para que pudiesen conseguir más reconocimiento y notoriedad y lograr así quitarse la etiqueta de vándalos que siempre les había perseguido. Aún así, se consideraban obras ilegales, por lo que siempre se agradecía la ayuda de otra persona que vigilase por si aparecía la policía, siendo de esta forma como Thierry Guetta, un francés residente en Estados Unidos que vivía obsesionado por grabar todo lo que sucedía a su alrededor debido a un trauma de la infancia (le ocultaron la enfermedad terminal de su madre), se adentró en el mundo del Street Art, vigilando a la vez que les grababa. 

Thierry comenzó persiguiendo a su primo Space Invader, que debía su sobrenombre a los mosaicos que pegaba en las paredes con las naves del famoso videojuego homónimo, para pronto interesarse por otros artistas como Shepard Fairey, que bajo el lema de Obey encolaba pósters con la cara del difunto luchador de wrestler André el gigante y que años después, esta vez bajo el lema de Hope, se encargó de hacer lo propio con la cara Obama, ayudando sobremanera a su campaña electoral, y, finalmente, por Banksy, polémico y misterioso artista británico (nunca se ha dejado fotografiar el rostro por lo que, excepto sus amistades, nadie sabe quién es) que se dio a conocer llenando las paredes de Londres con sus plantillas de dibujos políticos para después hacerse mundialmente famoso pintando sobre el muro de Gaza. De hecho fue este último quien al comprobar, al cabo de unos años, que Thierry poseía cientos de grabaciones, le animó para que intentase montarlas y hacer un documental. Pero, al ser incapaz de darle una coherencia a todo el material filmado, acabó siendo el propio Banksy el que se hizo cargo del montaje final, sobretodo cuando Guetta, bajo el apodo de Mr. Brainwash, decidió probar suerte e intentar convertirse también en un artista y montar su propia exposición, copiando todo lo que había aprendido tras tanto tiempo detrás de la cámara, siendo Exit Through the Gift Shop el resultado de todo ello.

Lo primero que piensa uno al finalizar la película es sí todo lo que acaba de ver es verdad o es un engaño muy bien orquestado por el director, en la línea de los falsos documentales I'm Still Here (Casey Affleck, 2010) o Borat (Larry Charles, 2006). Pero más allá de todo esto, lo que queda es un lúcido relato sobre como una forma de expresión artística que empezó de manera crítica, alternativa y completamente altruista, se pervirtió al convertirse en moda y pasó a enriquecer los bolsillos de todos sus abanderados.


Banksy se sirve de un argumento sencillo y en tono cómico para, en primer lugar, intentar lavar su imagen (y su discurso) dejando bien claro que el dinero nunca fue el verdadero fin de este movimiento cultural, que todo eso vino después y que únicamente aprovecharon la oportunidad que se les presentó, para después realizar una ácida crítica al arte contemporáneo en general y a la facilidad que tienen los medios de encumbrar a nuevos artistas sin ni siquiera darles tiempo de demostrar su valía, debido sobretodo a la accesibilidad e inmediatez de cualquier expresión artística gracias a internet, lo que provoca la creación y búsqueda constante de nuevos valores y que todos quieran sentirse los descubridores de un nuevo pintor, músico o director de cine, fabricando artistas de la nada para luego obviarlos un minuto después cuando consideren que han perdido interés al hacerse conocidos por el gran público, creando un interesante debate sobre la durabilidad del arte en la actualidad.

Si a todo ello, le sumamos la peculiar forma con la que el protagonista trata de alcanzar "el sueño americano", convirtiéndose en un maestro del copy and paste (de hecho, antes de comenzar a grabar su colección de vídeos, ya se dedicaba a customizar ropa de segunda mano y venderla cientos de dólares más cara) y en todo un ídolo para la generación de El rincón del vago, el resultado no puede ser otro que una fascinante e imprescindible película.

Sergio Herrada Ruiz

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